El día 25 de junio de 2022 se realizó una manifestación convocada por “Ciudadanos Autoconvocados”, para manifestarse en Pcia. R. Sáenz Peña a las 15 hs.
El motivo de esta autoconvocatoria, según sus ocultos organizadores (no había nombres de personas, sólo consignas), sería “ser vistos y oídos por quienes son responsables de cumplir el mandato del pueblo”.
Entre las solicitudes a los gobernantes figuraba: Bajar el gasto público, detener la inmoralidad, fomentar la cultura del trabajo, reducción de la carga impositiva, beneficios a las economías regionales, mayor inversión en seguridad, educación, salud, etc., y responsabilidad y transparencia en la administración de los recursos públicos.
Hasta ahí bien, porque los fundamentos de la movilización son auténticos, legítimos, y más que razonables (aunque parezca una mezcla de las plataformas que prometen la mayoría de los partidos en época de elecciones).
El problema es que arriaron nuestra Enseña Patria.
Y viendo las fotos, puedo asegurar que quienes hicieron tamaña afrenta a nuestra Bandera, no lo hicieron con mala intención. Lo más probable es que no se dieran cuenta de la gravedad del hecho que significa arriar el Pabellón Nacional antes de la puesta del Sol.
Debo interpretar, que son buenos ciudadanos que, en su ignorancia, fueron “incentivados” a hacer algo totalmente reprochable, y utilizados (a pesar de sus buenas intenciones) con motivos totalmente políticos partidarios.
Lo que no ví en las fotos, aunque me informan que sí estaban presentes, es a los autores intelectuales de tamaña ofensa.
De ellos, políticos con experiencia y actualmente en funciones ejecutivas y legislativas, no puede decirse que no supieran la afrenta que significa arriar nuestra querida Bandera.
Son ellos los verdaderos responsables de embanderarse en un reclamo justo de empresarios trabajadores, con hartazgo que no se cumplan las mínimas expectativas que se espera de una buena administración del gobierno.
La única verdad es la realidad.
Existe la percepción que la administración provincial construye, pero no funciona, y en el caso de Pcia. R. Sáenz Peña, es igual, con el agravante que en esta ciudad el municipio no aplica los preceptos de la Asamblea de 1813, y aún tiene gente trabajando en un estado de semi esclavitud.
También existe la percepción que en la escala de valores de los máximos responsables de conducir nuestra comunidad, primero están sus intereses electorales, y luego los intereses del pueblo.
En el caso provincial, es notorio la intención del gobernador de ser candidato a presidente, y en el caso municipal, no es menos notorio la intención del antiguo intendente de ser candidato a gobernador, y del actual a repetir el mandato.
Las aspiraciones políticas, cuando son sanas, hacen al crecimiento de la conciencia democrática de un pueblo, porque dejan en claro que el verdadero poder está en el Pueblo, y no en reuniones entre cuatro paredes.
Pero aún esto es una práctica, lamentable por cierto, que es hasta tolerada por la ciudadanía.
Lo que deben saber es que hay límites que no se deben pasar.
Nuestros mayores eligieron para nosotros la forma “representativa republicana federal”, en ningún lugar de la Constitución Nacional dice que los gobernantes pueden ejecutar acciones que estén fuera de la ley, ni que puedan actuar como monarcas absolutos.
Por eso, la afrenta a nuestra Bandera no puede dejarse pasar.
Les expreso a los autores ideológicos de tamaña ofensa, mi total repudio a esa deplorable acción, y espero que si tienen lo que hay que tener, hagan un acto de desagravio a nuestra querida Enseña Patria.
Nallip A. Salomón